Los cónsules, bajo la República romana, eran los magistrados de la ciudad. El Languedoc conservó esta institución. Construida en 1664 por los cónsules Gasc y Dijous, frente a la muralla del Château Vieux, la Maison Consulaire fue el centro de la vida municipal hasta la Revolución. Su pilar de la esquina se utilizó durante mucho tiempo como picota. Actualmente este edificio alberga la Oficina de Turismo en verano.